Cada vez más, los algoritmos dominan nuestras vidas; las diversas plataformas y las redes sociales nos indican qué debemos ver, leer o escuchar, dejando poco espacio a nuestro “libre albedrío”.
Por ejemplo, la plataforma de Netflix nos presenta todo un menú de películas y series de las cuales si queremos podemos seleccionar alguna, y al final, nos recomienda otro menú sobre el mismo tema que seleccionamos inicialmente; el algoritmo nos "ahorra" el trabajo de buscar y solo damos click a alguna de las sugerencias. Lo mismo pasa si en nuestros teléfonos celulares queremos ver alguna fotografía; el algoritmo las tiene organizadas por historia, por álbum, por personas, por recuerdos.
En las plataformas musicales pasa lo mismo, señalamos la primera canción, pero las subsecuentes se reproducen automáticamente. En las redes sociales encontramos contenidos que no pedimos, el algoritmo nos las presenta; vemos o escuchamos lo que el algoritmo decide.
Las novedades tecnológicas son un resumen del progreso de una sociedad y nos brindan oportunidades para resolver las complejidades de lo que nos está tocando vivir, pero a su vez y de manera contradictoria, generan comodidad y resistencias a los cambios porque muchas cosas las tenemos sin el mínimo esfuerzo.
Extrapolando lo anterior, en el ámbito público-electoral, encontramos situaciones similares; es decir, el discurso público salvo leves matices en cuanto a argumentos y propuestas es muy parecido, cuesta trabajo diferenciarlos, la percepción es que no es novedoso, resulta monótono, repetitivo, predecible; podemos decir que el algoritmo de lo público nos presenta casi lo mismo.
Algo parecido sucede con los procesos electorales; aunque cada elección ha sido distinta, hay un parámetro indiscutible en el que se mantiene una directriz, una división del trabajo, una serie de actividades bajo principios rectores incuestionables que se van atendiendo, un mismo esquema de votación. Pareciera que un algoritmo nos indica de manera automática cómo organizar una elección.
Sin embargo, la elección de personas juzgadoras descompone ese algoritmo electoral y nos invita a romper la muy compleja cotidianidad de los procesos electorales tradicionales. En la recopilación de las rupturas que nos obligan como instituciones electorales a re-pensar la organización de un proceso electoral para personas juzgadoras, podemos señalar solo algunas entre muchas:
Los partidos políticos no definieron candidatos, esto le correspondió a los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial federal; y a los correspondientes tres Poderes en cada una de las 17 entidades donde se llevará a cabo la elección de personas juzgadoras.
En el Estado de México se determinó un marco geográfico electoral diferente al que conocemos tradicionalmente; 18 distritos judiciales con un espacio territorial más grande pero integrados por municipios completos.
Diseño de boletas distinto, por cierto, ya en producción, en donde se podrán encontrar diferenciadas por columnas candidaturas para mujeres y para hombres. Se producirán poco más de 50 millones de boletas para la elección en el Estado de México, lo que implica una planeación muy precisa de parte del órgano electoral, para su distribución a los órganos desconcentrados y posteriormente a las personas funcionarias de las casillas.
La emisión del voto no será un asunto sencillo para el elector, deberá colocar el número o números asignados a las candidaturas en el recuadro o recuadros diseñados en la parte superior de la boleta. Del lado izquierdo para mujeres y del lado derecho para hombres. Los colores de las boletas ayudarán a diferenciar los distintos cargos que están compitiendo.
Estos muy breves ejemplos, nos demuestran que la elección de integrantes del Poder Judicial es positiva porque rompe con lo acostumbrado y nos enfrenta a resolver en breves plazos y con mucho ingenio un nuevo proceso electoral que pone a prueba la experiencia y conocimientos en materia electoral de las instituciones y de los electores. Bienvenida la ruptura de los algoritmos que nos dan libertad, inspiración y creatividad sin renunciar al uso de la tecnología como herramienta de cambio.
*Consejera Electoral del IEEM.
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