Si le preguntamos a cualquier persona su opinión sobre qué es ser solidario o acudimos a consultar su definición en el diccionario vamos a encontrar opiniones y matices comunes, pero al mismo tiempo lejanos.
Sin el afán de ser concluyente sino por el contrario, abundar para su mejor compresión, sostengo que la solidaridad no solo es un valor, también es un acto de rebeldía, insumisión y compromiso con la esperanza.
Es insumisa y rebelde porque se compromete con los marginados, con los débiles, con los olvidados, con los que menos tienen; es humilde porque se reverencia ante el débil y el desprotegido porque la solidaridad está en contra de la injusticia, de la desigualdad, de la marginación.
La solidaridad también es humana, pacífica e institucional, porque busca mejorar la calidad de vida de las personas y el buen funcionamiento de las instituciones para que el Estado haga su tarea, que es la de ser garante de los derechos de los ciudadanos y en general de su población.
Todo esto viene a colación porque el primero de junio próximo, los mexicanos habremos de acudir a las urnas para elegir a integrantes del Poder Judicial de la Federación e integrantes de este mismo Poder en 17 estados de la República Mexicana. No podemos aspirar a tener el mejor resultado posible sobre estos comicios, si como ciudadanos no somos solidarios con las instituciones y con el Estado.
Más allá del debate generado por dicha elección, soy de quienes piensan que esta es una oportunidad para enriquecer nuestro modelo electoral de la que deben salir fortalecidas nuestras instituciones, nuestra democracia y nuestro sistema electoral, si asumimos el compromiso y responsabilidad asignadas no únicamente a las instituciones electorales, sino a la ciudadanía y a los aspirantes a personas juzgadoras.
No se trata solamente de votar, también el ejercicio del voto significa el compromiso que tenemos con nuestra democracia, con la pluralidad, con la imperfecta paz electoral, la cual nos ha permitido transitar a una disputa del poder político sin fisuras ni violencia. Acudir a votar mejora la calidad de nuestra ciudadanía y obliga a los representantes populares y a los servidores públicos a realizar de mejor manera sus responsabilidades; ahora que por vez primera elegimos personas juzgadoras, de igual manera debemos estar atentos a su desempeño para que su elección y la reforma legislativa se legitimen y justifiquen.
Entonces, ser solidarios implica reconocer y respaldar a las instituciones electorales que organizan este proceso electoral con una gran responsabilidad. A poco más de 42 días de la jornada electoral ya se ha puesto en marcha la segunda etapa de capacitación para poder tener funcionarios de mesas directivas de casilla. En el Instituto Electoral del Estado de México dio inicio el procedimiento de entrega de material electoral (urnas, mamparas, entre otros) a los 18 distritos judiciales electorales, además de que se está en permanente y estricta supervisión con personal asignado, en las plantas de producción de la documentación electoral (boletas, actas) que en próximas semanas será entregada a los funcionarios de la casilla. Estas son solo algunas de las distintas actividades que en este momento realizan los institutos electorales y que apuntan a tener una elección confiable, transparente y pacífica.
Ser solidarios con las personas candidatas, es conocerlas, saber qué proponen, por qué pueden ser buenos juzgadores, en resumen, es permitir que entren en nuestro entorno social y darles la oportunidad de que hablemos de ellas. Con las candidaturas podemos ser empáticos, pero sumamente exigentes a la hora de analizar sus propuestas y decidir nuestro voto porque no es un asunto menor la elección de personas juzgadoras que se van a dedicar durante los próximos años a impartir justicia hacia toda la sociedad.
La propuesta es entonces que hagamos de este 1 de junio el día de la solidaridad y la esperanza electoral.
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