Por: Jorge Alvarado

Toluca, Méx. Concepción Gutiérrez González lleva tres décadas dedicándose a una labor que mezcla fe, paciencia y creatividad, la elaboración de figuras con Aprendió este oficio de su cuñada, hermana de su esposo, y desde entonces lo ha convertido en su modo de vida.

Yo soy artesana en la artesanía de las palmas”, explica. Su trabajo se centra especialmente en una fecha significativa, el Domingo de Ramos, cuando se recuerda la entrada de Jesucristo a Jerusalén.


Durante 30 años, Concepción vendió su trabajo en el mercado de La Soledad, en la Ciudad de México.

Las figuras de palma van desde pequeños Cristos de apenas dos o tres centímetros, hasta figuras de un metro.  Foto: Jorge Alvarado / El Universal Estado de México
Las figuras de palma van desde pequeños Cristos de apenas dos o tres centímetros, hasta figuras de un metro. Foto: Jorge Alvarado / El Universal Estado de México

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“Ahí nos íbamos de domingo a domingo, ocho días”, cuenta. Ahora lleva tres años con la venta de sus artículos en la plaza del centro de , en una zona dedicada al mayoreo.

La palma con la que trabaja la compra a personas del mismo pueblo, aunque desconoce su procedencia exacta.

La palma seca se trabaja todo el año porque no se echa a perder. Se limpia, se raja, se moja… Si está seca, se rompe, no se puede trabajar”, comentó.


La producción inicia desde octubre. Depende del tiempo que se le dedique cada día, ya sea entre tres y cinco horas, se pueden hacer desde figuras sencillas hasta representaciones complejas, como el Cristo.

Ese sí es muy tardado, porque lleva muchos amarres. Una docena puede tomar hasta cinco horas”, expresó.


Los precios varían según la figura, un ejemplo es el Cristo, que en estas fechas está en 120 la docena, ya que es mayorista.

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Durante 30 años, Concepción vendió su trabajo en el mercado de La Soledad, en la Ciudad de México. Foto: Jorge Alvarado / El Universal Estado de México
Durante 30 años, Concepción vendió su trabajo en el mercado de La Soledad, en la Ciudad de México. Foto: Jorge Alvarado / El Universal Estado de México

Aunque Concepción Gutiérrez ha enseñado a sus hijas y a otras personas de su generación, sin embargo, ve con preocupación el futuro de este arte.

De la generación de mis hijos para acá, ya no. Yo digo que algún día se va a perder esta tradición. Los jóvenes ya no quieren, ni siquiera saben para qué es”, externó.


Más allá de lo religioso, para ella hacer estas figuras también representa una forma de vida. “Es una ayuda económica, y también te distraes, echas a volar tu imaginación. Cada año me invento una o dos figuras nuevas. Me dicen: ‘¿Ahora qué traes de nuevo?’ Y así voy creando modelos”, mencionó.

Su catálogo es amplio: desde pequeños Cristos de apenas dos o tres centímetros, hasta figuras de un metro. También realiza palomas que representan al Espíritu Santo, adornadas con hilos dorados para colgar.

A pesar del cansancio y del paso del tiempo, Concepción continúa con su labor, orgullosa de su oficio.

Es algo bonito, porque ya me hice una figura bien bonita… y esa satisfacción nadie te la quita”, finalizó.


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