Toluca, Méx. En el acelerado ritmo de vida que vivimos en el Estado de México, es común escuchar frases como “dormir 4 horas”. Sin embargo, la ciencia demuestra que el sueño profundo no solo es un lujo, sino una necesidad vital para nuestra salud mental. Este estado reparador, también conocido como sueño de ondas lentas, es esencial para procesos como la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional.
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El sueño profundo es una de las fases más importantes del ciclo del sueño, caracterizada por una actividad cerebral lenta y rítmica. Durante este período, el cerebro trabaja intensamente para procesar información, reparar tejidos y eliminar toxinas acumuladas en el día. Según expertos, es en esta etapa donde se consolidan los recuerdos y se refuerzan las conexiones neuronales.
Diversos estudios señalan que la falta de sueño profundo puede llevar a problemas como ansiedad, depresión y dificultades de concentración.
En el Estado de México, donde el tráfico, el ruido urbano y largas jornadas laborales afectan la calidad del sueño, las consecuencias se ven reflejadas en altos índices de estrés y problemas psicológicos.
Según datos del Instituto Mexiquense contra las Adicciones (IMCA), los trastornos del sueño están relacionados con el incremento de casos de depresión y ansiedad en la entidad.
Por su parte, la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) ha realizado investigaciones que subrayan cómo el sueño profundo impacta en el desempeño académico y emocional de los estudiantes.
Invertir en un buen descanso no es un capricho, sino una prioridad para cuidar nuestra salud mental. El sueño profundo es una herramienta poderosa que nos ayuda a enfrentar los desafíos diarios con claridad y equilibrio emocional. ¿Estamos dispuestos a darle el valor que merece?
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