Tenango del Valle, Méx. Desde 1972, la familia Urbina ha sido sinónimo de mole tradicional en San Francisco Putla, en , y hoy, a los 72 años, Reyna Urbina Rico continúa con la tradición que su madre comenzó en la década de 1950.

La receta es un verdadero tesoro familiar, y con el paso de los años, Reyna ha logrado preservar la esencia del mole casero, mientras enfrenta los desafíos del mercado moderno.

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Originaria de Joquicingo, un pequeño pueblo cercano, Reyna se ha convertido en la principal responsable de la elaboración de los moles que se venden en San Francisco, en la calle Bravo, así como en otros puntos de la región. Su mole es reconocido por su , elaborado con ingredientes seleccionados a mano y con una técnica que, aunque ha evolucionado, sigue manteniendo el respeto por las tradiciones culinarias de su familia.

La receta es un tesoro que ha pasado por generaciones. Foto Alejandra Santillán
La receta es un tesoro que ha pasado por generaciones. Foto Alejandra Santillán

El proceso de elaboración

Reyna explica con entusiasmo cómo se prepara el mole: “el mole verde y el mole adobo son los más especiales. Los tipos de mole que vende son: mole rojo especial, súper especial que es más dulce que el tradicional, verde y pepita, además de hacer el tradicional pinole de maíz prieto, dorado con canela. No lo hacemos en el metate, como antiguamente, pero la esencia sigue siendo la misma. Primero doramos los chiles, luego freímos todo el recaudo y lo mezclamos todo junto. Es un proceso que lleva tiempo, pero el sabor lo vale”, contó.

Los son cruciales para la calidad del mole, y aunque Reyna tiene su propio molino, reconoce que no todo es tan sencillo como antes. “El precio del chile pasilla ha subido muchísimo, ahora está muy caro. La lluvia también ha afectado la cosecha, y algunos chiles se han echado a perder. Ahora el chile pasilla está a 180 pesos el kilo, el mole verde lo vendo a 200 pesos, en la tienda, el precio es de 250 pesos por kilo. Las ferias también nos cobran hasta 1500 pesos por entrar, lo que afecta un poco el precio final”, comenta.

Su madre comenzó a hacer mole en la década de 1950. Foto Alejandra Santillán
Su madre comenzó a hacer mole en la década de 1950. Foto Alejandra Santillán

El desafío de los precios y la competencia

A pesar de las dificultades económicas y el aumento en los costos de los ingredientes, Reyna sigue ofreciendo su mole en puntos de venta estratégicos, como el mercado de Tenango del Valle, donde lo venden cerca de la escuela Kinfrt. En su tienda en San Francisco, ubicada en la calle Bravo, puede encontrar su mole casero, fresco y hecho con el mismo cariño de siempre.

Compro el chile, me ayudan a desvenarlo, lo frío, lo molemos y luego envasamos en el alto vacío, para que el mole se conserve bien, incluso si lo llevan en avión a otros lugares".


Una historia de familia y tradición

El mole de Reyna no solo es un negocio; es una herencia que ella ha trabajado con dedicación durante más de 50 años. Su madre comenzó a hacer mole en la década de 1950, y Reyna ha logrado llevar adelante la tradición con el mismo amor y respeto por las recetas de antaño.

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A pesar de los desafíos, Reyna sigue adelante con su negocio, sabiendo que el mole casero tiene un lugar especial en el corazón de quienes buscan ese sabor auténtico que sólo la receta familiar puede ofrecer.

A través de su dedicación, Reyna ha logrado mantener viva una tradición culinaria que no solo preserva el sabor, sino también una parte importante de la cultura local.

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