Toluca, Méx. En el Estado de México, la diversidad natural es tan vasta como su historia, y dentro de esa riqueza, los árboles destacan como seres vivos que comparten similitudes con los seres humanos. Hasta 2022, se habían identificado 73 mil 300 especies de árboles en el planeta, pero aún quedaban cerca de 9 mil 200 por descubrir.
Estos seres que nos rodean en los bosques y ciudades son tan diversos como nosotros, y cada uno tiene características que pueden hacernos reflexionar sobre con cuál nos identificamos más.
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¿Cuál es tu árbol favorito? Aquí te presentamos cinco árboles que, además de embellecer nuestro entorno, comparten propiedades similares a las humanas.
Este árbol, conocido también como sauce colorado o sauce criollo, tiene una presencia majestuosa y melancólica. Puede alcanzar hasta 25 metros de altura y se reconoce fácilmente por sus largas ramas que caen como lágrimas, dando la impresión de estar llorando. Al igual que los seres humanos, el sauce llorón parece expresar tristeza con su forma, pero detrás de esa imagen nostálgica, es una especie increíblemente resistente. Suele crecer cerca de ríos, lagos o quebradas, donde actúa como una barrera natural que filtra impurezas y contribuye a la recuperación de suelos erosionados. ¿No te parece que, al igual que los humanos, sufre, pero al mismo tiempo protege y sana?
El pino es uno de los árboles más comunes y emblemáticos del Estado de México. Alcanza hasta 30 metros de altura, sus piñas son un elemento característico. Al igual que las personas, el pino se adapta a diferentes condiciones y, aunque pueda perder su forma con la edad, sigue siendo una especie fuerte, capaz de resistir inviernos y suelos pobres.
Con su majestuosidad, el cedro puede vivir hasta 2000 años. Su longevidad nos habla de su fortaleza, pero también de su capacidad de adaptación a lo largo del tiempo. El cedro no solo es valioso por su madera, utilizada en la construcción y decoración, sino que también posee propiedades medicinales. Esto lo convierte en un árbol multifacético. Crece en suelos profundos con buen drenaje, lo que nos recuerda la importancia de tener una buena base para florecer y desarrollarnos plenamente.
El roble es un árbol emblemático del Estado de México, conocido por su dureza y resistencia. Puede vivir cientos de años y su madera es una de las más fuertes, lo que lo convierte en un símbolo de fortaleza y resiliencia. Los robles pueden adaptarse a diferentes tipos de suelo, lo que refleja la adaptabilidad para sobrevivir y prosperar en distintas circunstancias.
La acacia, con su delicado follaje y flores pequeñas, a simple vista puede parecer frágil, pero es extremadamente resistente a las sequías. Crece en suelos áridos y, a pesar de las adversidades, florece. Al igual que nosotros, cuando nos enfrentamos a situaciones complejas, la acacia encuentra la manera de adaptarse y prosperar.
Al conocer estos árboles, es inevitable preguntarse: ¿con cuál te identificas más? Puede ser el sauce llorón, que expresa su sensibilidad y al mismo tiempo ofrece protección al ambiente que lo rodea. O tal vez el pino, con su estructura firme, que a pesar de las adversidades sigue creciendo. El cedro, con su capacidad de ser útil en tantas formas. El roble, símbolo de fortaleza, o la acacia, que demuestra que hasta en los lugares más inhóspitos se puede florecer.
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