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Toluca, Méx. Luis Nishizawa Flores fue un artista mexicano que enriqueció el arte y la cultura de México desde diversas áreas: fue pintor, ceramista, dibujante, vitralista, grabador, muralista y escultor, pero también escritor, maestro y un tenaz promotor cultural.
Hijo de padre japonés, Kenji Nishizawa, y madre mexicana, María de Jesús Flores, fusionó en su arte esas dos culturas que dieron origen a cientos de obras o "ventanas" que permiten a las personas que miran el cuadro “sumergirse en éste y ser partícipe de mis aventuras y más allá de que les gusten, las sientan”, como decía Nishizawa.
Un niño retraído en la escuela al que le gustaba dibujar, así recuerdan amigos y familiares a Luis Nishizawa, artista del realismo, expresionismo, gestualismo, abstraccionismo, arte conceptual y figurativo.
“Mi padre me inculcó una gran disciplina y de mi madre recibí la sensibilidad. Dos valores que han sido pilares en mi vida y en mi obra”, relató en su momento Luis Nishizawa, quien también fue influenciado por Francisco Goitia, Cézanne, Modigliani, Rembrandt, Luis Sahagún y Alfredo Zalce.
Su obra abarca casi todas las técnicas, destaca su trabajo en litografía, acuarela, óleo, temple, aguafuerte, tinta, grabado, Ukiyo-e (grabado en madera), estampa japonesa, vidrio, cerámica y cera.
Se trató de un experto en el empleo de las técnicas artísticas. De un maestro en metodologías y procedimientos de la pintura durante 55 años y de un pintor que dominó todos los géneros destacando el retrato y paisaje.
Incursionó en el expresionismo, la Escuela Mexicana de Pintura, pintó bodegón e hizo abstracciones, aunque es conocido por sus paisajes, pero también hizo dibujos y murales en distintas partes del país y en el extranjero.
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En la obra de Luis Nishizawa se puede ver retratada la realidad entretejida con los sueños, los recuerdos más íntimos de su infancia, su relación con la naturaleza y el campo mexicano, las estaciones, el paisaje, el cielo, el hombre, la mujer, los niños, las tradiciones populares, escenas costumbristas, naturalezas muertas y sus viajes.
Recreó asimismo a amigos y a sus padres, los animales que lo remitían a su niñez como pastor, la poesía, la obra de Juan Rulfo, los gestos, los rostros, las montañas, los peces, camarones, desnudos, las flores, los frutos y los colores que siempre le apasionaron: negro, blanco y amarillo.
Son cuadros que reflejan su niñez en el campo, fue un apasionado de la naturaleza y que desde los cuatro años dibujaba. También expresan la tranquilidad que le daba el medio ambiente y retrató temas sociales que presenciaba en Tepito, donde vivía, por lo que hay rostros que reflejan la pobreza, oficios populares y tradiciones.
Su obra exhibe que él es heredero de la filosofía japonesa y mexicana; fue un investigador del mundo náhuatl y japonés, utilizó sus simbologías en su obra, la cual está llena de enorme belleza, de un lenguaje emotivo del color y con excelentes técnicas que pueden durar más de 400 años y que nos dejan constancia de un México retratado por más de 70 años.
La producción de Luis Nishizawa también incluye los libros "Maya" (1969), "Artesanía de México" (1972) y "México mágico" (1989), además de los murales que realizó con uso de la piedra, la cerámica, la teja y el vidrio, donde plasmó, entre otras cosas, la simbología prehispánica, la morbilidad y la asistencia médica, como en "El aire es vida", realizado para el Centro Médico del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Desde diciembre de 1992, en Toluca se encuentra el Museo-Taller que lleva su nombre, como reconocimiento a la labor docente que realizó en la formación de jóvenes pintores durante más de cuatro décadas y también por su vasta creación plástica.
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