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Toluca, Méx. Desde los noventa, con la popularidad del anime traído de Japón, México también conoció otras actividades de la cultura asiática, como el cosplay.
Del inglés ‘costume play’, esta afición se diferencia del disfraz porque no solo busca la caracterización de un personaje, sino también interpretarlo, darle vida.
Dentro de Mundo Magyc en Toluca, en la zona de cosplayers colocada al fondo del Centro de Convenciones, detrás de un stand rosa pastel, está Nicole, conocida como Punk Macarroni, una cosplayer de 24 años, quien su madre acompaña siempre.
Alrededor de ellas, varias personas las cubren, tratando de comprarles algún producto o de entablar una conversación. Sobre su mesa, se encuentran un catálogo con photocards suyas, prints de diferentes tamaños, pines, galletas y otros artículos entre los 50 y 450 pesos.
Punk Macarroni se dio un respiro de la gente para conceder una entrevista a EL UNIVERSAL Estado de México y contar un poco sobre su vida, sus nueve años de trabajo como cosplayer, así como los retos que ha vivido para llegar a donde está.
De baja estatura, voz dulce, una peluca impecable y un traje de 2B, habló con seguridad, acostumbrada a la cámara y las miradas, sobre su primer cosplay a sus ocho años, para entrar gratis a la convención TNT en la Ciudad de México.
A partir de ese momento, con una peluca roja y su caracterización del personaje 707 del videojuego Mystic Messenger, abrió su cuenta de Instagram un 1 de diciembre de 2016, durante su adolescencia, para comenzar a compartir sus cosplays.
“Algo que me gusta mucho del cosplay es que yo trato de expresar mi amor por los personajes a través de ello. Yo siento que es una carta de amor hacia tu personaje favorito y aparte para divertirse”, lo que la llevó a crear una comunidad de más de 300 mil seguidores actualmente, además de abrirle puertas en diferentes eventos nacionales e internacionales.
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El cosplay puede ser un trabajo caro
Sin embargo, reconoció los retos, sobre todo económicos, que puede presentar: “Siento que el cosplay como chamba es medio complicado, porque te puede ir bien, pero es muy caro (…) Sí ganas, pero todo lo tienes que invertir para seguir generando contenido”.
Aunque la mayoría de sus ganancias se dirigen hacia los próximos cosplays, materiales o fotografías, Punk Macarroni disfruta mucho de este hobby, como se refirió a él: “Yo todavía lo sigo pensando como un hobby, porque siento que cuando lo trato ya como trabajo puede llegar a ser más pesado”.
Para elegir un personaje, confesó que los manda a confeccionar o los recibe de patrocinadores, ya que aún no aprende a coser por miedo. Sin embargo, le gustaría comenzar a realizarlos por su cuenta.
El tiempo y el dinero son valiosos en su trabajo, ya que tiene que planear sus trajes con mucha anticipación, así como sus pelucas, que pueden llegar a tardar entre dos y tres días, con costos de aproximadamente 500 pesos. En cuanto a los presupuestos de sus trajes, mandar a hacer solo uno cuesta entre 5 000 a 6 000 pesos, dependiendo del personaje.
La verdad, es muy caro el cosplay, entonces, recomiendo mucho que ahorren si quieren comprarlos, pero también si quieren hacerlos de sorpresa de su casa, pues es completamente válido.
Entre CDMX, Toluca y Tijuana
Punk Macarroni es originaria de la CDMX, aunque vivió en Toluca durante sus estudios de secundaria y preparatoria. Después decidió irse a Tijuana, donde estudió la licenciatura de Cine y Animación Digital, sin embargo, la pandemia del COVID le impidió concluirla, pero continúa con la esperanza de terminar ese último año que le falta. Actualmente, regresó para quedarse en la CDMX, aunque asiste a convenciones en todo el país.
Durante su estadía en Toluca, Punk Macarroni recordó los inicios del cosplay, donde pocas personas se dedicaban a esta afición: “Cuando vivía aquí en Toluca, el Cosplay Alley eran de dos personas, no había muchas cosplayers; a lo mucho, si tú ibas al evento, veías como cinco cosplayers”.
Sin embargo, opinó que, después de la pandemia, mucha gente “se animó a darle una oportunidad al anime o muchos salieron del closet otaku”, dejaron la pena a un lado tras un suceso tan grande para hacer lo que les gusta y vivir el momento.
Ahorita, por ejemplo, este evento es completamente distinto y me pone muy feliz. Entonces, conocer que hay muchos nuevos cosplayers se me hace tan bonito (…) y me da muchas esperanzas al futuro.
Uno de los sueños de Punk Macarroni es ser wigmaker, customizar pelucas, para ayudar a los cosplayers que están formando su camino.
“La verdad, yo no sé cuánto me vaya a dedicar porque siento que el día a día lo tienes que vivir, o sea, yo no sé si voy a estar mañana. Me encantaría dedicarme a esto toda mi vida, pero creo que en un futuro me gustaría dedicarme a hacer pelucas para otros cosplayers y seguir en el medio, pero ya no tanto como cosplayer, sino para ayudar a otros a hacer cosplay”, comentó con pasión.
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“El Internet puede ser un lugar feo”
Aunque Punk Macarroni ama ser cosplayer, compartió lo desagradable que puede ser la comunidad otaku. Durante la pandemia, vivió un acoso masivo, donde sufrió violencia digital, que la obligó a retirarse de redes sociales, a pesar de su intención de seguir en el medio. Desde varios años, también ha sido blanco de comentarios incómodos sobre su cuerpo, su orientación sexual y su identidad de género.
“El Internet puede ser un lugar muy feo. Yo, de hecho, hace unos años me tuve que retirar por el acoso, porque mucha gente piensa que el acoso es igual a hate o es igual a humor negro. Las tres cosas son cosas muy diferentes (…) Yo sé que hay gente que me va a echar hate, pero hay una línea que ya es acosar a una persona nada más por hacer algo que les gusta, que se me hace muy feo”.
Punk Macarroni sabe que no puede caerle bien a todo el mundo, pero también está consciente sobre los comentarios de odio en la comunidad otaku hacia las mujeres y personas que se caracterizan de personajes femeninos, quienes son más vulnerables al acoso.
Siento que es un poquito difícil, porque se le denigra mucho a la mujer en lo que hace, pero ya está mejorando, siento que cada año mejora un poquito más.
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Asimismo, afirmó que a su alrededor no siente estigma o prejuicio sobre su trabajo, a pesar de intentar actividades dirigidas a lo erótico, que durante la pandemia de 2020 aumentó considerablemente entre las cosplayers femeninas.
“Yo en su tiempo quería ser erocosplayer (cosplayer erótico), porque me gusta mucho (…), pero lo intenté hacer y no me gustó. Entonces, tal vez, por mi época que yo quise hacerlo, se me denigró un poco, pero fuera de eso, mi familia me apoya mucho (…) Hay gente que sí es muy grosera, que es como de: ‘Ay, mantenida’, porque gano de esto, pero la verdad siento que ya es más normalizado y, pues, no me trata la gente diferente”.
Los malos comentarios no afectan a Punk Macarroni, pues su trabajo continúa y sus próximos proyectos de cosplay le entusiasman, como uno de sus videojuegos favoritos: Nikke, así como patrocinios y el de las quintillizas del anime Go-Tōbun no Hanayome.
Al final, reiteró su visión del cosplay como un hobby para divertirse sin miedo, aunque en el Internet haya “gente envidiosa” o “gente que no tiene nada mejor que hacer”, por lo que aconsejó a las personas que deseen ser cosplayers que “si quieren hacerlo, no le tengan miedo, todo el mundo empieza desde cero, la práctica hace al maestro y poquito a poquito se puede, entonces nunca se rindan”.
A su corta edad, Punk Macarroni es un ejemplo de esforzarte por tu pasión, a pesar de los desafíos que pueden surgir en el camino. Para Nicole, lo más importante es disfrutar del cosplay, una forma de expresión que no debe ser limitada por las malas críticas. Con su carisma y dedicación, continuará inspirando y ayudando a otros compañeros a seguir con lo que aman, como ella lo hace.
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