Toluca, Méx. El Domingo de Ramos es una celebración cristiana que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, pocos días antes de su crucifixión, un evento descrito en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento.
La tradición de utilizar palmas en el Domingo de Ramos se remonta a los relatos bíblicos de la entrada de Jesús a Jerusalén.
Según los evangelios, la multitud extendió ramas de palma y sus mantos en el camino mientras Jesús entraba a la ciudad montado en un asno.
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Esta tradición se ha mantenido a lo largo de los siglos, y hoy en día, las palmas son un elemento esencial de la celebración del Domingo de Ramos en muchas iglesias cristianas.
En algunos lugares, las personas llevan consigo una cruz elaborada con palma y un ramo tejido de palma.
Al año siguiente, las palmas son entregadas en las iglesias para que sean incineradas y con ellas se elabore la cecina del miércoles de ceniza.
Las palmas tienen un profundo significado simbólico en esta celebración.
En la antigüedad, las palmas eran símbolos de victoria, triunfo y realeza. La multitud que recibió a Jesús en Jerusalén agitaba ramas de palma para honrarlo como un rey, representando su entrada triunfal.
Al utilizar las palmas en el Domingo de Ramos, los cristianos reconocen a Jesús como su rey y celebran su victoria sobre el pecado y la muerte.
Las palmas también pueden simbolizar la paz y la renovación espiritual. Al participar en la procesión del Domingo de Ramos y llevar las palmas, los creyentes expresan su deseo de seguir el camino de paz y renovación que Jesús enseñó.
Las palmas representan la lealtad y la devoción hacia Jesucristo. Al portar este elemento, los cristianos muestran su compromiso de seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús.
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Las palmas bendecidas durante la misa del Domingo de Ramos se llevan a los hogares como un símbolo de la presencia de Cristo y como una bendición para la familia.
Algunas personas las colocan en lugares especiales de la casa, como detrás de las puertas o junto a imágenes religiosas.
Las palmas bendecidas no se consideran amuletos, sino recordatorios de la fe. Tradicionalmente, se guardan durante el año y luego se queman para obtener las cenizas que se utilizan el Miércoles de Ceniza del año siguiente, cerrando así un ciclo litúrgico y comenzando uno nuevo con la Cuaresma.
La planta que produce las hojas que se utilizan el Domingo de Ramos se llama “palma de cera”.
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