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POR Arturo Hernández
Toluca, Méx.— En la zona norte de Toluca, en la comunidad otomí de San Cristóbal Huichochitlán, se conserva una tradición ancestral que ha sido transmitida de generación en generación: el tejido de sombreros de palma "estilo jarocho".
Doña Maura González Simón, con 84 años de vida, es una de las pocas mujeres en su comunidad que mantiene viva esta práctica, una tradición que se ha ido desvanecido con el paso del tiempo, pero que ella se empeña en preservar.
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Doña Maura nació y creció en esta pequeña comunidad, donde la cultura otomí ha sido parte integral de su identidad. Desde pequeña, fue testigo de cómo las manos de las mujeres tejían sombreros de palma, una labor que forma parte de las raíces culturales de la zona. En su juventud, aprendió a realizar este trabajo que, en su época, era más común en la región.
El sombrero de palma estilo jarocho, originario del sureste de México, es un símbolo de la habilidad artesanal de las comunidades indígenas. Se caracteriza por su estructura fina y resistente, hecha de palma tejida a mano.
Su proceso de elaboración es largo y detallado, y se utilizan materiales naturales que la misma comunidad obtiene del entorno. El arte de tejer este sombrero no solo requiere destreza, sino también paciencia y amor por la tradición.
A lo largo de los años, las generaciones más jóvenes se han alejado de estas prácticas tradicionales, en busca de trabajos más modernos y de un estilo de vida diferente. Sin embargo, Doña Maura ha seguido con la labor, no solo por amor al arte, sino también con la firme intención de que el conocimiento no se pierda. Así, se ha convertido en una de las últimas portadoras de esta tradición en su comunidad.
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Un rayo de esperanza para el futuro de esta tradición ha surgido con Ailín Arzate Nolasco, la bisnieta de Doña Maura. Ailín, con un interés profundo por las raíces de su cultura y la cultura otomí, es la única mujer de su familia que ha decidido aprender el arte del tejido de palma.

Desde muy joven, Ailín acompañaba a su bisabuela, observaba atentamente el proceso de creación de los sombreros y aprendía de ella. La transmisión de estos saberes ha sido paulatina, Doña Maura ha dedicado tiempo y esfuerzo para asegurar que su bisnieta herede el conocimiento que no se pierda en el olvido.
La historia de Doña Maura González Simón y su bisnieta Ailín Arzate Nolasco es un testimonio de cómo la tradición, el amor por la cultura y el esfuerzo por mantener vivas las raíces pueden prevalecer en tiempos de cambios sociales y económicos.
Hoy, el sombrero de palma estilo jarocho sigue siendo símbolo de la destreza artesanal y de la memoria histórica de una comunidad que resiste el olvido.
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