Toluca, Méx. - El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente la pandemia de COVID-19.
Ese día, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS anunciaba la propagación del nuevo coronavirus y explicaba que los casos habían alcanzado niveles muy altos, por lo cual se podía ya decretar como pandemia.
Hasta ese momento se reportaban 4 mil 300 personas fallecidas a nivel mundial por este virus, del cual se desconocía su origen, pero se alertaba de un aumento en los contagios y fallecidos.
Nadie se imaginaba los cambios que esta declaratoria provocaría en la vida cotidiana, las afectaciones a la economía y la grave crisis sanitaria que el virus provocaría a nivel mundial.
Fue en la ciudad de Wuhan, China donde se registraron los primeros casos de COVID-19, desde ahí el virus se esparció por el mundo.
Era momento de intensificar las medidas sanitarias, desde el uso de uso de cubrebocas, de gel antibacterial hasta el aislamiento y el distanciamiento social.
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En México el primer caso de COVID-19 se detectó el 27 de febrero, fue un hombre de 35 años, quien había regresado de Italia, donde el virus ya se había esparcido. El primer fallecimiento fue el 18 de marzo.
En ese momento las autoridades de salud federal pedían calma a la población, mientras había personas que realizaban compras de pánico, iban en busca de víveres, agua embotellada y papel higiénico.
El Gobierno Federal tomó la decisión de realizar conferencias vespertinas para mantener a la población informada sobre el avance del virus, todos los días presentaba cómo iban en aumento de casos y fallecimientos.
El rápido aumento en los contagios obligó a la Secretaría de Salud a intensificar las medidas sanitarias, el uso de cubrebocas era obligatorio, así como el uso de gel antimaterial y el lavado constante de manos, a lo cual se sumaba el distanciamiento social.
El 30 de marzo, el entonces subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien encabezaba las conferencias sobre el avance del virus, anunció la suspensión de actividades no esenciales en los sectores públicos, privado y social, durante un mes.
Fue así como millones de trabajadores fueron enviados a trabajar desde casa, los negocios no esenciales cerraron, se cancelaron conciertos, eventos deportivos, las familias se vieron obligadas a suspender fiestas y reuniones, las clases también se suspendieron, el objetivo era reducir la transmisión de virus SARS-CoV-2.
Se pedía de manera insistente a la población quedarse en casa y para aquellos cuya actividad era esencial se les pedía mantener la sana distancia.
Estas medidas que habían sido anunciadas por un mes se extendieron por alrededor de dos años, se mantuvo el teletrabajo, y las clases en línea, con el paso de los meses algunas actividades se fueron retomando poco a poco y con limitaciones en los aforos, pero el uso del cubrebocas era esencial.
A pesar de las medidas sanitarias y el aislamiento los casos iban en aumento, poco a poco los hospitales del país reportaban saturación, las camas, ventiladores y tanques de oxígeno era insuficientes.
Quienes eran diagnosticados como no graves eran enviados a sus hogares, quedaban al cuidado de sus familias, conseguir un tanque de oxígeno era complicado, si el paciente se agravaba había que solicitar una ambulancia para ser llevado al hospital, pero en algunos casos y ante la falta de ambulancias, eran trasladados en autos particulares, y se enfrentaban a un hospital lleno.
En los hospitales los pacientes no podían recibir a sus familiares, ellos esperaban afuera arriesgándose a un contagio, se comunicaban por cartas o videollamadas, muchos de ellos fallecieron solos, sus cuerpos salían del hospital en ataúdes sellados, no lograron despedirse de sus familias.
Con el paso de los días, el personal médico ya lucía cansado, en sus rostros se podían ver las marcas del equipo de seguridad, era necesario el uso de cubrebocas, googlees, y trajes especiales, los portaban por horas.
El COVID-19 fue todo un reto que también costó la vida de personal médico.
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La esperanza del mundo para hacer frente al virus eran las vacunas, a pesar de ser un virus del cual no se tenía certeza, las farmacéuticas se dieron a la tarea de elaborar las vacunas.
En México el 24 de diciembre del 2020 inició la vacunación, en medio de la incertidumbre y dudas sobre su eficacia, pero a pesar de ello, las vacunas representaban una oportunidad de reducir los contagios y muertes, así como la posibilidad de regresar a la normalidad, y los mexicanos acudieron a vacunarse
El 9 de mayo del 2023 en México se decretó el fin de la pandemia, las actividades debían regresar a la normalidad, la afectación económica ya era muy grave, pero se debía seguir con el uso de cubrebocas, gel antibaterial y la sana distancia.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el mundo han fallecido más de 7 millones de personas por COVID-19, en México, se han registrado 334 mil 336 muertes, según cifras del Gobierno Federal.
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