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Por Miriam Siles
En el Estado de México, los vertederos de desechos a cielo abierto, que reciben basura de los municipios mexiquenses y de la Ciudad de México, representan un serio problema de salud pública, como es el caso del basurero Bicentenario de la Independencia, ubicado en Cuautitlán Izcalli.
Luz María Gómez Ordoñez, presidenta del Movimiento Ecologista del Estado de México, advirtió que el antecedente que se tiene para reglamentar este tipo de rellenos sanitarios es de 2003, cuando se emitió una Norma Oficial Mexicana sobre las condiciones en que deben operar los basureros, sin embargo, esta norma no se ha cumplido, como consecuencia en la entidad se han originado tiraderos clandestinos o vertederos que les llaman oficiales, que pueden ser municipales o urbanos; o también nombrados rellenos sanitarios.
La especialista aseguró que el no cumplir con la normatividad implica que no se cuenta con un sistema a través del cual se recolecte los lixiviados, que son los líquidos que produce la materia orgánica, tampoco tienen el sistema para captar los gases que se producen en los tiraderos, productos de los desechos, por ejemplo, el gas metano, que es un gas de efecto invernadero, el cual contamina de manera directa el ambiente de la zona.
“Las consecuencias de tener estos vertederos clandestinos es que lo que vamos a tener son focos de contaminación. Además, esta situación genera mal aspecto para el entorno, y por el otro lado es un nicho ideal que favorece la reproducción de fauna nociva, de todo tipo: roedores, mosquitos y moscas”, comentó Gómez Ordoñez.
Asimismo, dentro de las consecuencias de tener vertederos clandestinos es el mal olor que se desprende en el entorno, por ello, es que las ciudades llegan a ser malolientes.
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A parte de la mala imagen del entorno, unas de las consecuencias más graves para los habitantes de la zona donde están estos basureros son las afectaciones en la salud, como infecciones respiratorias, dermatológicas y gastrointestinales, principalmente. Sin embargo, alertó la especialista, la población más afectada por estas afecciones son la gente que trabaja en los vertederos.
“Los directamente afectados son la gente que trabaja en los vertederos. Es gente que muchas veces come, se calza y viste de lo que encuentra en la basura. De hecho, hay estudios que demuestran que la gente que trabaja en los basureros tiene un nivel de vida muy bajo, que su expectativa de vida no llega a los 50 años”, comentó la especialista.
Gómez Ordoñez advirtió que, tras la pandemia, muchas personas terminaron con afectaciones de las vías respiratorias, por lo cual los olores que desprenden los vertederos o los gases que de ellos emanan, pueden provocar que su cuadro respiratorio se agrave.
Finalmente, la especialista llamó a la población a ser más consiente de los desechos que genera, para tener un adecuado sistema de reciclaje en casa, y con ello, fomentar un mejor tratado de la basura, pues se estima que en los medios urbanos por familia se genera hasta un kilo y medio de basura al día.
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