Tlanepantla, Méx. Casi sin visitas permanece la fosa común que alberga los restos de medio millar de víctimas de la explosión de San Juanico, a 40 años de la tragedia que cimbró el Valle de México por una explosión de gas en las instalaciones de PEMEX, la cual terminó con el corazón de Ixhuatepec.
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Este 19 de noviembre la fosa común “de los quemados de San Juanico” espera la visita de autoridades locales que cada año acuden a poner un arreglo floral y a realizar un acto solemne para conmemorar la tragedia que enlutó a Tlalnepantla y al país, con la presencia de algunos familiares de las víctimas.
Derivado del aniversario, Christopher Vázquez María, junto con otros trabajadores del panteón de Caracoles, en la colonia Jorge Jiménez Cantú, trabajaron en la limpieza de la tumba de más de mil 500 metros cuadrados, que se divide en tres niveles en el fondo del cementerio. Esta tumba podría ser una de las más grandes que alberga restos humanos por tragedia colectiva en el país.
La fosa común podría tener cerca de 500 cuerpos humanos, además de animales que murieron calcinados, como caballos, vacas, perros, gatos y aves, aunque vecinos y trabajadores del panteón señalan que aquí enterraron “a miles”. Oficialmente, personal de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado de México informó que fueron 503 los fallecidos en la explosión de gas de Ixhuatepec del 19 de noviembre de 1984.
La mayor parte del año la fosa común permanece sola, sin flores, sólo eventualmente llegan algunos sobrevivientes de la explosión de San Juanico y familiares de las víctimas a recordar a sus difuntos, señalaron empleados del panteón
El recuerdo de las explosiones de Ixhuatepec y de la tragedia aún estremecen, tal como lo relataron Pablo Carranco, encargado del panteón de Caracoles, y Ricardo Muñoz, quien siendo niño ayudó a sepultar cientos de cadáveres.
Muchos salían huyendo “iban caminando y dejaban sus huellas de sangre y piel en el piso” por el fuego que quemó sus cuerpos, fue algo impactante y doloroso, “ver a mis vecinos llorando” contó Pablo.
“Llegaban cajas hasta con tres o cuatro cuerpos, destazados algunos, fragmentos, otros llegaron encostalados”.
contaron testigos
“Yo era chamaco, pero estaba en chinga, con la pala ayudando a sepultar, porque vivo a tres casas del panteón. Nomás veía como subían las cajas, una tras otra, con un olor como a perro muerto, porque los cuerpos empezaron a llegar después de varios días”, relató con tristeza Ricardo, quien hoy tiene 50 años.
Los cuerpos que salían de los escombros de las casas tardaron en llegar al panteón más de ocho días, por lo que la actividad del cementerio se prolongó por meses, pues también confinaron aquí los cuerpos de animales quemados, por lo que emanaba una peste en toda la zona, contaron testigos en un recorrido realizado por EL UNIVERSAL.
Han pasado 40 años, pero el riesgo de una nueva explosión prevalece pues en San Juan Ixhuatepec siguen las gaseras y las instalaciones de PEMEX, que ahora quizá no tenga gas, pero tiene aceites y diésel y en caso de un incendio sería más difícil de controlar, señaló Pablo, junto con un grupo de poblado.
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