Chalco, Méx. Seis meses después de que se inundó su pastelería ubicada en la colonia Emiliano Zapata, durante la peor contingencia de lo que va de este siglo y donde perdió parte de su patrimonio, Miguel Ángel Nieves reabrió su negocio, pero ahora en la colonia Casco de San Juan.
Nieves afirma que ya no volverá a la comunidad donde el nivel del agua alcanzó más de metro y medio de altura.
No pienso regresar ahí, yo tuve que conseguir esta ubicación y tuve que checar las curvas de nivel porque soy ingeniero civil, para ver las diferencias de nivel y que no me vuelva a inundar [...] Lo siento por las otras personas que no tienen acceso a créditos para poder moverse”.
Miguel Ángel Nieves, propietario de pastelería.
Pudo abrir su pastelería porque malbarató una propiedad para contar con liquidez financiera, porque lo que le ofreció el gobierno federal no le alcanzaba ni para comprar uno de los refrigeradores que se le echaron a perder.
“Tuvimos que vender un bien raíz para volver a iniciar trabajos; afortunadamente tenemos buenas relaciones comerciales, nos otorgaron créditos para volver a comprar maquinaria, sobre todo refrigeradores”, comentó.
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Tampoco la compañía aseguradora le ha pagado la póliza que cubría todo lo que poseía y está en un proceso legal para obligarla, pero no se podía esperar porque de su negocio dependen 19 familias, incluida la de él.
La tormenta del sábado 17 de agosto del 2024 que se registró en Chalco anegó calles y comercios, uno de ellos era la pastelería de Miguel Ángel. Desde ese día, suspendió todas sus actividades y los pasteles que tenía que entregar se le echaron a perder porque quedaron bajo las aguas residuales.
Equipo de refrigeración, productos elaborados y materia prima dejaron de servir. Aunque se paró la producción durante casi seis meses no dejó de pagarle a sus trabajadores, la mayoría mujeres jefas de familia, porque, afirma, tiene una obligación moral con ellas.
Hoy sobre la calle Tizapa, en la colonia Casco de San Juan, muy cerca del centro de Chalco, su nuevo negocio abrió sus puertas y los clientes no se hicieron esperar.
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Kevin, un vecino de Nezahualcóyotl, llegó al nuevo local, después de preguntar dónde estaba, para comprar un pastel. Al igual que él, otros consumidores consideran que son muy sabrosos.
“Hacemos hora y media de Neza para acá en transporte público, pero sí vale la pena llevar el pastel, allá en Neza no hay pasteles como estos”, contó.
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