Jocotitlán, Méx. Por más de dos décadas, habitantes de al menos ocho comunidades aledañas a la carretera libre Toluca-Atlacomulco han alzado la voz, exigiendo a las autoridades federales y a la Junta Local de Caminos del Estado de México el mantenimiento de esta importante vialidad.
La falta de atención no solo afecta la movilidad de la región, sino que también provoca graves daños en los vehículos de quienes transitan por la zona.
“La carretera está en pésimas condiciones. Los baches llegan a medir hasta metro y medio de largo y tienen una profundidad de más de 20 centímetros. Nuestros carros ya no sirven, siempre tienen problemas en la suspensión, en las llantas, y ni hablar del tiempo que perdemos por lo lento que es avanzar aquí y a eso hay que sumarle la deficiencia del servicio de transporte público”, señaló María Socorro Sánchez, habitante de la comunidad de San Juan Tuxtepec.
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A lo largo del tramo que cruza el municipio de Jocotitlán, los conductores deben sortear innumerables baches, que en muchos casos son imposibles de evitar. Alfredo Martínez, un comerciante local que utiliza la carretera diariamente para transportar mercancías, coincide en que la situación es insostenible.
En temporada de lluvia se pone peor. Cada semana tengo que gastar en reparaciones. Esto no es vida. Además, el tránsito es muy lento porque todos vamos esquivando los hoyos, y ni hablar de las noches: sin alumbrado público, todo se vuelve un peligro”, explica.
Las condiciones de esta vialidad han generado preocupación no solo por los daños materiales a los vehículos, sino también por los riesgos a la seguridad de los habitantes.
La falta de mantenimiento y de servicios como el alumbrado público agravan el problema, especialmente durante la temporada de lluvias, cuando los baches se llenan de agua y se convierten en trampas invisibles para los conductores.
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La carretera libre Toluca-Atlacomulco es una arteria vital para la movilidad en esta región del Estado de México, ya que conecta diversas comunidades con centros económicos y educativos.
Sin embargo, el deterioro de la vialidad ha reducido considerablemente su funcionalidad.
Los viajes que antes hacíamos en 20 minutos ahora nos toman más de 40. Esto no solo afecta a quienes vamos al trabajo, sino también a los comerciantes y transportistas que dependen de esta carretera para llevar sus productos”, menciona Alfredo, habitante de la zona.
Además, los habitantes señalan que la falta de respuesta por parte de las autoridades ha generado un sentimiento de abandono.
Llevamos más de 20 años pidiendo lo mismo, pero nunca pasa nada. No es justo que tengamos que vivir así, pagando por reparaciones de carros y arriesgándonos todos los días”, comenta María Socorro, vecina de la localidad.
Ante esta problemática, los ciudadanos de las comunidades afectadas hacen un llamado urgente a las autoridades estatales y federales para que se lleve a cabo el mantenimiento integral de la carretera.
Solicitan no solo la reparación de los baches, sino también la instalación de alumbrado público y mejoras en la señalización para garantizar una movilidad segura y eficiente.
“El gobierno debe escuchar nuestras demandas. No podemos seguir esperando otros 20 años. Esta carretera es fundamental para la región, y su reparación no puede seguir siendo postergada”, finaliza Alfredo.
Mientras tanto, los habitantes y conductores continuarán enfrentando diariamente los estragos de una vialidad que, más que conectar, obstaculiza. La exigencia de condiciones dignas para transitar no es solo una cuestión de movilidad, sino también de seguridad y calidad de vida para todos los que dependen de esta carretera.
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