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Metepec, Méx. “Nunca pensé dedicarme a esto de niña, pero la vida me enseñó que nunca hay que tener miedo”, así lo dice María Luisa Guadarrama Romero, taxista, esposa, madre y, como ella dice, trabajadora por corazón en Metepec.
Este 2025, cumple 27 años de recorrer las calles con su vehículo, detrás del volante, en busca del pasaje o, mejor dicho –y como le gusta referirse a su oficio–, abriendo camino.
En el marco de este 8 de marzo, EL UNIVERSAL Estado de México comparte su historia. María Luisa, como millones de mexicanas, lucha diaria y silenciosamente para salir adelante.
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Comparte que trabajó 12 años en la industria en las áreas de control de calidad y llegó a pensar que tendría una vida dedicada a esta actividad. Era un trabajo con una dinámica establecida: con un horario, un sueldo fijo, prestaciones y vacaciones. Sin embargo, un día hubo un recorte de personal en la empresa, y cambió todo.
Triste por perder su fuente de trabajo, María Luisa decidió dedicarse a su casa y utilizó parte de su liquidación para reorganizar su proyecto laboral.
Con el apoyo de su esposo, pusieron en operación una unidad de taxi; sin embargo, las cosas no salieron del todo bien, pues los operadores varones que contrataron constantemente chocaban, descomponían la unidad y manejaban mal. Sin estar dentro de sus planes, la unidad se quedó detenida esperando a que llegara ese buen operador. Ahí surgió la oportunidad que la vida tenía para ella.
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Su primer viaje fue casualidad
Un día, por circunstancias del destino, tenía que realizar unos pagos y el único vehículo a la mano era su taxi. Al regresar a casa, con esa unidad, un pasaje le hizo la parada.
Me hacen la parada y digo: ‘Bueno, ¿qué puede pasar? Lo peor es que no sepa yo la dirección, pero seguramente ellos me irán guiando’, pensé.
Ese fue el momento en el que su historia laboral dio un giro de 180 grados y se abrió una ventana para desarrollarse. Recuerda que trabajó medio día, animada por la posibilidad que estaba a su alcance. Al regresar, comunicó la decisión a su esposo: ella sería la chofer de su taxi.
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Cuando llegué, a mi esposo le dije: ‘Me voy a dedicar al taxi’. Y me dice: ‘¿Estás segura?’ Y le dije ‘sí, sí estoy segura’.
En el análisis que hizo, María Luisa relató que puso como principal factor para tomar la decisión de tomar el volante el tiempo que tendría para pasar con sus hijos. La disponibilidad de controlar su horario le ayudaría a seguir siendo pilar en su casa, es decir, no dejar de ser madre.

Lamenta que hoy el mundo laboral exija a las mujeres salir al mercado productivo, pero les veta la posibilidad de ser madres o desarrollarse plenamente en ese sentido.
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Pensé que así me daría tiempo para estar con mis hijos, llevarlos a la escuela, hacerles de desayunar, todo lo que implica ser madre, y terminando con estas tareas poder ganar un sustento.
El respaldo de su núcleo familiar, esposo e hijos, fue la clave para no perder el ánimo, pues aseguró que la sociedad sí la discriminó.
La conductora lamentó que las mujeres estén expuestas a la violencia en el espacio público y relató que en una ocasión fue asaltada. La abordaron dos sujetos, desde un principio se subieron, sacaron armas, la amenazaron y la llevaron secuestrada hasta Calimaya.
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Pese al miedo que sintió, María Luisa agradeció vivir para contar esta experiencia y dijo que no quería que ese acto de violencia definiera su vida y sus actividades, por lo que no se dejó vencer y salió una vez más a las calles con su auto.
Así viven las mujeres, sostuvo, enfrentan sus miedos y los superan cada día en las calles. La libertad que el taxi le brindaba para ser madre, trabajadora y ayudar a su casa a la vez le ayudaría a no dar un paso atrás.
Mi esposo me dijo que ya no saliera, pero yo le respondí que perder ese trabajo significaba también perder el tiempo que tenía con mis hijos y eso no lo iba a permitir.
María Luisa reconoció que su actividad ha estado llena de bendiciones, pues, salvo aquel incidente de asalto, siempre encontró sororidad entre sus clientas y formó lazos por más de una generación. Ahora es más común encontrar a mujeres detrás del volante; pese a ello, le gusta pensar que ella y su vehículo abrieron el camino.
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