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Toluca, Méx. El incendio de una bodega de desechos industriales en Xonacatlán ha encendido las alarmas sobre los riesgos de la exposición al humo tóxico. Este siniestro, que comenzó en la madrugada del domingo en un depósito ubicado en la comunidad de Santa María Zolotepec, generó una densa nube de humo que se extendió por el Valle de Toluca, afectando la calidad del aire en la región.
La inhalación de humo proveniente de la quema de materiales como cables, plásticos y otros desechos industriales es una amenaza silenciosa que puede tener consecuencias graves para la salud a largo plazo. Las sustancias tóxicas liberadas en estos procesos pueden desencadenar enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer.
¿Qué respiramos cuando se queman plásticos y cables?
Los materiales plásticos y los recubrimientos de cables eléctricos están compuestos por químicos que, al ser expuestos al fuego, liberan contaminantes peligrosos como dioxinas y furanos, monóxido de carbono, metales pesados como plomo y mercurio y gases irritantes y ácidos.
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Su impacto en la salud no siempre es inmediato, pero sus consecuencias pueden acumularse con el tiempo. En el corto plazo generan:
- Irritación en los ojos, nariz y garganta.
- Tos y dificultad para respirar.
- Mareos, náuseas y dolor de cabeza.
A largo plazo pueden causar:
- Enfermedades pulmonares como EPOC o enfisema.
- Problemas cardiovasculares debido a la inflamación en las arterias.
- Mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón y otras enfermedades crónicas.
- Alteraciones en el desarrollo neurológico, especialmente en niños.
Incendios forestales: un riesgo cada vez más frecuente
El humo generado por incendios forestales contiene gases tóxicos y partículas finas que pueden ingresar al sistema respiratorio y afectar la salud incluso a kilómetros de distancia del fuego. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta exposición puede causar:
Irritación ocular y dificultades respiratorias, como tos, dolor de garganta y dificultad para respirar.
Complicaciones en personas con enfermedades preexistentes, como asma y afecciones cardíacas.
El humo de tabaco y sus efectos irreversibles
El tabaquismo no solo perjudica a quienes fuman, sino también a quienes inhalan el humo de manera pasiva. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 8 millones de personas mueren cada año a causa del consumo de tabaco, y más de un millón de estas muertes corresponden a no fumadores expuestos al humo ajeno.
Entre las enfermedades más comunes asociadas a esta exposición se encuentran:
- Cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer, debido a las sustancias cancerígenas presentes en el humo.
- Enfermedades cardiovasculares, ya que los químicos en el tabaco dañan los vasos sanguíneos y aumentan el riesgo de infartos.
- Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una afección grave que limita la respiración de manera progresiva.
El peligro del humo diésel en las ciudades
En entornos urbanos, la contaminación del aire por emisiones de motores diésel es un problema de salud pública. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado este humo como un carcinógeno del Grupo 1, lo que significa que su relación con el cáncer de pulmón está científicamente comprobada.
Además del cáncer, la exposición al humo diésel puede provocar:
- Problemas respiratorios crónicos, como bronquitis y asma.
- Aumento del riesgo de enfermedades cardíacas, debido a la inflamación de los vasos sanguíneos.
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Si bien evitar completamente la exposición al humo puede ser difícil, tomar medidas de prevención es clave para reducir los riesgos. Algunas acciones recomendadas incluyen:
- Evitar fumar o exponerse al humo de tabaco.
- Usar mascarillas adecuadas en caso de incendios forestales y mantenerse en interiores cuando la calidad del aire sea mala.
- Reducir el uso de vehículos con motores diésel o utilizar alternativas menos contaminantes.
- Denunciar la quema ilegal de residuos. Las autoridades ambientales deben intervenir para prevenir daños a la salud pública.
La inhalación constante de humo no es solo una molestia pasajera; es una amenaza para la salud que puede traer consecuencias irreversibles. Concientizar sobre estos riesgos y tomar medidas de prevención puede marcar la diferencia en la calidad de vida de millones de personas.
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