Valle de Toluca

Alfeñique, la dulce tradición toluqueña

Realizar los dulces de azúcar lleva un minucioso proceso, que va desde comprar los ingredientes hasta pintar a mano; una tradición que perdura.

La Feria del Alfeñique es una de las fiestas de mayor color, tradición y emotividad para los toluqueños. Foto: Archivo
28/09/2024 |12:10
Miguel García
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Toluca, Méx. El primero de octubre iniciará una de las fiestas de mayor color, tradición y emotividad para los toluqueños: la Feria del Alfeñique, encuentro que pintará de sabor y dulce de azúcar los Portales de la capital mexiquense.

Doña Elvira García, toluqueña de 73 años, abre las puertas de su casa a EL UNIVERSAL Estado de México para platicar con nuestros lectores sobre la producción y elaboración de este dulce que sabe generar sonrisas, pero también recuerdos en las mesas y ofrendas de los mexicanos.

Sus manos, que han modelado miles de figuras folclóricas, son el claro ejemplo de una tradición que resiste el cambio generacional y el embate de modas extranjeras, incluso hasta sentimientos “malinchistas”.

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Evoca sus primeros recuerdos en el estado de Michoacán, de donde es originaria; en casa vio labrar este dulce que fabricaban en familia para una tradición que dice: “cuesta, sabe mucho y tiene mucho corazón”.

Explica que a principios del año comienzan de manera sistemática esta producción para estar listos en el mes de octubre, en las semanas previas al Día de Muertos, tanto en la compra de insumos como en la rehabilitación de moldes y enseres, todo para estar preparados para su venta.

El proceso completamente artesanal comienza en casa cuando su cocina es convertida en taller, ahí sabe seguir con paciencia cada paso y elemento de su receta, perfeccionada por años de procesos buscando tener la mejor mezcla y producto terminado.

Azúcar, agua y aceite de almendra como elementos base para fabricar una pasta moldeable que habrá de endurecerse y después pintarse, algo que pareciera sencillo, pero esta actividad si la realiza una persona sin pasión se estropea, dice Elvira.

Es ahí donde revela su secreto, una pasión por hacer algo que ama y la llena de satisfacción esa es la base para tener, en su caso, el mejor dulce del alfeñique.

Cuando a usted le gusta su trabajo no lo ve difícil, yo tengo pasión por mi trabajo” afirma.


En el proceso de elaboración los tiempos son claves tanto en el cocido de la pasta, los ciclos de remoción, y las etapas para servir el dulce a los moldes, todo con un fino cuidado para evitar que pueda romperse o estropearse. Proceso que se ve capitalizado cuando se raspa el dulce, se saca del molde, y entonces se inicia una de las etapas cúspides en su elaboración que es el decorado.

Esto no es como un guisado en el que ya está la sopa… tiene un proceso, tiene que estar uno al tiro” dice.


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Lamenta con ello que este ejercicio de cuidado y detalle lentamente se esté perdiendo, visto desde una disminución de los compradores, toda vez que quienes la mantienen son las personas mayores quienes por interés de consumir y comprar el dulce del alfeñique lo hacen, pero incluso predominantemente por “emotividad”.

Muchos vienen y dicen llévate este dulce del alfeñique porque me recuerda que mi abuelita o mi abuelito me lo compraban… de esas costumbres, de las personas mayores y que buscan que los chavos también tengan ya esos recuerdos”, refiere.


A partir de la decadencia de algunas figuras del alfeñique, lamenta, han tenido que incorporar el chocolate que termina siendo más buscado por los consumidores.

Los chamacos siempre son golosos y siempre terminan llevándose una de chocolate… ha venido decayendo, la venta de alfeñique porque primero en las escuelas, los maestros tienen que involucrarse sobre esto para que esta tradición siga, desgraciadamente las nuevas generaciones ya sólo las curiosean” refirió la productora de alfeñique.


Aunado a ello reconoce que es difícil explicarle al consumidor que en ese dulce que mira pequeño y de colores, está el precio de un año de trabajo donde, más allá de la parte económica, está el tiempo invertido por lo cual su valor no corresponde al costo final.

No se valora este trabajo, por eso la venta tiene que ser de fabricante a comprador, porque el que no trabaja es el que encarece el producto… a mí me gusta hacer lo que yo sé hacer y al final de cuentas un centavo que me lleve no está de más”, expresa.


Por ello más allá de la ganancia económica, reconoce que es una actividad que permanece al interior de su casa porque le da cohesión a su familia. En ella ya participan sus hijas, yernos y hasta sus nietos, estos últimos que comienzan a acercarse y pedirle que les enseñe a colocar el dulce y es que dice se necesitan muchas manos para la elaboración del alfeñique.

Doña Elvira responde con satisfacción cuando se le pregunta ¿qué pasará con esta tradición cuando usted ya no esté? segura que se mantendrá porque ha sabido sembrar en su familia esta semilla del dulce del alfeñique y pasar una estafeta para que ahora las manos de sus hijas sepan tallar y raspar el dulce que llevará una sonrisa a la boca de todos.

Cabe resaltar que durante las festividades del Día de Muertos en nuestro país se registró una derrama económica por consumo de servicios turísticos total de 41 mil 198 millones de pesos.

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