Valle de Toluca

Atlacomulco: Comunidades luchan por la conservación del bosque El Magueyal

Con 300 hectáreas de extensión, es un santuario natural donde brotan manantiales de agua cristalina, que abastecen a las familias para consumo

El Magueyal es un santuario donde el agua fluye directamente desde la tierra, cristalina y libre de cualquier intervención humana. Foto: Michelle Sánchez / El Universal Estado de México
16/03/2025 |09:10
María Michelle Sánchez
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Atlacomulco, Méx. Entre las montañas y valles de , existe un bosque que no sólo es un refugio de árboles centenarios y fauna silvestre, sino el corazón de seis comunidades que dependen de él para sobrevivir.

El con sus 300 hectáreas de extensión, es un santuario donde el agua fluye directamente desde la tierra, cristalina y libre de cualquier intervención humana y ha sido resguardada generación tras generación.

Aquí, entre los pinos, encinos y oyameles el agua brota de manantiales y cascadas, e incluso de la misma tierra, serpentea entre rocas y raíces hasta llenar los canales que riegan cultivos y abastecen a cientos de familias.

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Con 300 hectáreas de extensión, el bosque de El Magueyal ha sido resguardada por los habitantes tras generaciones. Foto: Michelle Sánchez / El Universal Estado de México

Los pobladores beben de la tierra con confianza absoluta, llenan garrafones directamente de los ojos de agua y sumergen sus manos en los manantiales como si fueran fuentes sagradas.

El agua aquí nunca nos ha fallado, es hermoso verla como brota, limpia y cristalina”, dice una de las personas mayores de la comunidad, este sector ha transmitido por gene- raciones el respeto y el deber de proteger este bosque.


En los amaneceres frescos, cuando la niebla apenas comienza a desvanecerse entre los árboles, es posible escuchar el canto decenas de aves, pero también avistamientos de tlacuaches, ardillas, carpinteros belloteros y miles de camaleones que se mueven entre las ramas, mientras las mariposas revolotean sobre el follaje espeso. Es un ecosistema vivo, un equilibrio perfecto entre la naturaleza y las personas que lo resguardan.

El agua baja de las cascadas y se junta en el río con los escurrimientos de la Isla de las Aves, el Magueyal y toda esta parte de Atotonilco, aquí abrimos los canales ahorita que baja el agua para regar y siempre ha sido así, la tierra, sola nos provee” señaló Antonio, originario de San Pablo Atotonilco.


Además, aún existen los lavaderos. Se trata de pozos que fueron construidos para poder captar el agua y las mujeres pudieran acudir a esos sitios para lavar su ropa, pero que también se han convertido en una fuente importante de consumo humano.

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Amenazas contundentes

Pero este espacio no ha estado exento de amenazas. Hace años, durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón, se planeó la construcción de la carretera Atizapán de Zaragoza-Arco Norte, que pretendía atravesar El Magueyal y otras comunidades cercanas, y fue durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, que el proyecto quedó en el olvido.

La comunidad se organizó y logró detener el proyecto, lo único que quedó fueron rastro de los pilares y andamios en ruinas.

Nuevo proyecto pone en riesgo la zona

Sin embargo, el pasado domingo 9 de marzo, los habitantes se reunieron con el presidente municipal Nicolás Martínez y otras autoridades locales para frenar la construcción de una nave industrial para el procesamiento de basura, un proyecto que, según los pobladores, representaba un riesgo directo para los mantos acuíferos.

El Magueyal cuenta con pozos que fueron construidos para poder captar el agua. Foto: Michelle Sánchez / El Universal Estado de México

Delegados y representantes de San Ignacio de Loyola, San Luis Boro, El Salto, La Joya y San Pablo Atotonilco fueron claros: el agua está por encima del dinero y del desarrollo industrial. No permitirán que su bosque, su fuente de vida, sea contaminado.

Tenemos ya muchos rezagos aquí con el basurero de San Luis Boro, que ahora ya está cerrado y fue gracias a la resistencia de los pueblos, era una grave contaminación y dinero invertido que se quedó ahí, ya que construyeron un biodigestor, que jamás sirvió que, porque estaba fracturado y todos los lixiviados llegaron a las presas, no vamos a repetir la historia” señaló uno de los representantes de San Luis Boro.


Los habitantes que rodean la zona de El Magueyal no son activistas profesionales, ni científicos del agua, pero entienden que ningún crecimiento industrial o generación de empleos, podría reparar el daño causado por la contaminación en esta tierra, donde la principal fuente de trabajo es el campo y ganado.

Estamos en alerta, hay muchas cosas que se hablan sobre venir a intervenir este lugar que está intacto, tenemos algunos temas, como es la contaminación que ya nos echan de la Isla de la Aves, que alguien tiene que venir a revisar esto porque ya son muchas denuncias, pero ojalá lograrán entender, lo sagrado que es este lugar” señaló el señor Antonio.


Durante esta reunión, realizada en la comunidad de San Ignacio de Loyola; acudieron los representantes y delegados de cada una de estas comunidades, que en un ejercicio democrático votaron en contra de la intervención de esta región para almacenar o industrializar la basura.

El alcalde Nicolás Martínez, quien asistió con parte de su equipo de trabajo, escuchó las inquietudes de los pobladores y en un Acta de Asamblea, firmó para que los ciudadanos tuvieran la certeza de que no se aplicará tal proyecto, y destacó que hay obras hidráulicas y de infraestructura vial que vienen en puerta para estas comunidades.

Nosotros no venimos a imponer, venimos a dar la cara y escuchar, lo que ningún otro gobierno ha hecho. Este es un proyecto que está destinado para la zona norte ante el tema urgente que tenemos por la basura y son políticas que vienen desde el gobierno federal y estatal, sino es aquí, lo llevaremos a otra parte” expresó Nicolás Martínez ante los asistentes.


El Magueyal aunque es una extensión de terreno que es propiedad privada, la población confía en que basados en la conservación del bosque y los recursos naturales que provee, no sea intervenido, pues es un símbolo de resistencia, de conexión con la naturaleza y de respeto por el agua que fluye libre, como ha sido desde tiempos ancestrales.

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