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Por: Ilse Vallejo
Toluca, Méx. Cerca de las 21:00 horas del 24 de diciembre de 2024, alguien tocó la puerta. La familia Vallejo se encontraba reunida en la casa de Ayuliet, hija de Paulina, para celebrar la Navidad, cuando Natalio, el hermano de en medio, se levantó a abrir. Al abrir la puerta, se encontró con Marlén, la sobrina más joven, quien con una sonrisa traviesa dijo: “Les traje un regalo”.
Los miembros de la familia se levantaron con curiosidad, sin saber qué esperar. Marlén se apartó de la puerta y, para sorpresa de todos, apareció Guadalupe, la hermana menor, quien después de 35 años de vivir en Chicago, regresó a Toluca. A su lado, estaba Lili, su hija menor de 23 años. La incredulidad llenó el aire. Unos segundos pasaron hasta que Paulina, la hermana mayor, corrió a abrazar a Guadalupe, con lágrimas en los ojos, diciendo: “No puedo creer que estés aquí”.
Guadalupe dejó Toluca en 1989 para emigrar a Chicago, buscando un mejor futuro para ella y su familia. Hoy, madre de tres hijos ciudadanos estadounidenses, decidió regresar por unos días para reunirse con sus hermanos y reconectar con sus raíces.
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Historias de migración y datos del retorno
La historia de Guadalupe refleja el fenómeno migratorio que ha marcado a muchas familias mexicanas. Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO), más de 12.3 millones de mexicanos residen en Estados Unidos. El Estado de México es uno de los que más migrantes tiene, con más de un millón 200 mil mexiquenses viviendo en Estados Unidos y Canadá, de acuerdo con cifras del INEGI.
Durante las festividades decembrinas, el regreso temporal de migrantes adquiere un significado especial. En 2024, más de 670 mil personas cruzaron la frontera hacia México para celebrar las fiestas, según el Instituto Nacional de Migración (INM). A través del programa “Héroes Paisanos”, se facilitó el tránsito seguro de miles de connacionales, incluidas caravanas de más de 20 mil vehículos.
Tradiciones y reconexión
El reencuentro de Guadalupe con sus hermanos estuvo lleno de emociones y recuerdos. Juntos recorrieron Teotihuacán, reviviendo las excursiones escolares de su infancia. También visitaron el Zócalo de la Ciudad de México, adornado con luces navideñas, la Catedral Metropolitana y la Basílica de Guadalupe, donde encendieron veladoras en agradecimiento por el reencuentro.
La noche del 24 de diciembre, la familia se reunió en la casa de Ayuliet para compartir la tradicional cena navideña. La comida, preparada por Ayuliet, tuvo un sabor muy especial para Guadalupe, quien no había probado romeritos ni bacalao desde que se fue. “Nunca había probado nada igual en Chicago”, comentó emocionada, mientras los recuerdos de las fiestas pasadas volvían a su mente. Este gesto culinario hizo que la noche fuera aún más significativa.
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Uno de los momentos más conmovedores de la visita ocurrió cuando Guadalupe, acompañada de su sobrina Marlén, acudió al cementerio de San Diego Alcalá, en Temoaya, para visitar la tumba de sus padres. Madre e hija dejaron flores y veladoras, reflexionando sobre el significado de los lazos familiares y el valor de recordar a quienes ya no están.
El futuro y los retos migratorios
Guadalupe, ahora ciudadana estadounidense gracias a sus hijos, sabe que su regreso a México es solo temporal. Su experiencia migratoria le permitió alcanzar una estabilidad económica que, según ella, sería difícil de encontrar en México. Aunque siente temor por el contexto migratorio en Estados Unidos, especialmente con las políticas restrictivas impulsadas por el presidente electo Donald Trump, guarda la esperanza de que no se repitan deportaciones masivas.
A pesar de las dificultades, la vida en Chicago ha sido estable para ella y sus hijos, aunque sabe que las circunstancias pueden cambiar. Su visita a Toluca está lejos de ser definitiva, pero para los Vallejos, este reencuentro ha sido un regalo invaluable. Los abrazos, las lágrimas y las sonrisas marcaron el cierre de un año, dejando claro que los lazos familiares permanecen inquebrantables, sin importar la distancia ni el tiempo.
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