Toluca, Méx. La muerte de una mascota o un animal de compañía puede representar un luto por dolor igual que al de un familiar directo para una persona. En caso de no ser atendido, o minimizado, puede representar la aparición de cuadros de depresión.
De acuerdo con la psicóloga de la Universidad Autónoma del Estado de México (Uaemex), Carla Estrada Villavicencio, el duelo por la muerte de un ser amado no reconoce si se trata de un familiar, amigo o incluso un animal. Explica que es una respuesta emocional básica pero profunda y natural que las personas experimentamos al perder a un ser que significa un valor en nuestras vidas no importa si es un compañero de este tipo.
Este vacío o dolor puede manifestarse de diferentes maneras en cada persona, algunas pueden sentir una profunda tristeza, llorar al animal querido, mientras que otras experimentan sentimientos de soledad e incluso de culpa.
“Es algo normal los sentimientos no identifican que sea de una especie contraria a la de nosotros uno forja sus redes de confianza por la presencia y afecto que le damos y que nos brinda un compañero no importa el género o en este caso la especie” dice.
Con ello explica que es normal experimentar un vacío emocional porque se extraña la presencia y el afecto que proporcionaba la mascota; el duelo como sentimiento puede variar de duración significativamente de una persona a otra ya que no existe un lapso de tiempo fijo ni una norma establecida para superar la sensación de pena.
Argumenta que esto deriva de la relación y el vínculo que se establece con esa mascota, además del tiempo en el que se compartieron experiencias juntos, las circunstancias en la que se despide a esa mascota ya sea por una enfermedad o un accidente inesperado.
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El proceso es igual que cuando fallece una madre, padre, hermanos, esposo e hijos tiene etapas que pueden ir desde la negación, culpa y en casos severos hasta la depresión. La clave refiere es atender el cierre y despedida del “peludito” en la construcción de un recuerdo que permita decirle adiós.
La negación al pensar que no se necesita despedirse de ellos, bajo el argumento de que solo es un animal, puede generar depresión e ira.
“En los últimos años han crecido manifestaciones de despedida simbólica como pueden ser fotografías de recuerdo, la posibilidad de guardar sus cenizas o inmortalizar sus huellas para evocar a la mascota querida”, menciona.
En cada caso advierte la necesidad de que exista apoyo emocional para atender a esta condición, incluso si se requiere buscar ayuda psicológica de algún especialista.
“Hay personas que otorgan tanto valor y sentimiento a ese perro o gato que ya no pueden tener a otro animal pasan por un periodo de duelo en el que por un tiempo largo no pueden volver a tener una mascota, incluso lo miran como una traición”, refiere.
Frente a un tiempo generacional donde la constante es la “soledad” de un gran sector de la población, los compañeros perrunos o gatunos se han convertido en el elemento de apoyo para que muchas personas puedan encontrar la compañía que no encuentran fuera.
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“Desgraciadamente la disociación social que vivimos entre personas ha llevado a la población a focalizar sus afectos en estos seres que son en la mayoría de las veces mejores compañeros”, lamenta.
En México, casi 57 de cada 100 hogares tienen una mascota, esto de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de estos, los animales de compañía preferidos son los perros que representan aproximadamente, el 85 por ciento, alrededor de 19 millones, y el restante 15 por ciento son gatos.
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