Atlacomulco, Méx. En medio de la temporada navideña, una tradición que combina arte, fe y dedicación cobra vida en el hogar de Hermelinda Quintero, una mujer originaria de Coahuila que ha hecho de Atlacomulco su hogar durante los últimos 40 años. Su nacimiento monumental, compuesto por más de 2 mil piezas, es un homenaje a la historia de Jesús de Nazaret y un testimonio de la perseverancia de las tradiciones navideñas.
Desde niña, Hermelinda soñaba con recrear los pasajes bíblicos del nacimiento de Jesús.
Siempre me impresionaron las historias que mi madre me contaba sobre el nacimiento. Soñaba con algún día tener un nacimiento que no solo contara esa historia, sino que también fuera un reflejo de la belleza y la profundidad de nuestra fe”.
Hermelinda Quintero
Hoy, su sueño no solo es una realidad, sino también una tradición que une a su familia, amigos, vecinos y comerciantes de la zona. Cada año, Hermelinda abre las puertas de su hogar para que decenas de personas puedan admirar este monumental nacimiento que ha ido creciendo con el tiempo.
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La colección de Hermelinda Quintero comenzó hace más de cinco décadas, cuando apenas era una niña. Con paciencia y dedicación, ha adquirido piezas de diferentes lugares de México y del mundo, incluso de Roma, cuna del catolicismo.
Cada figura, desde pastores y animales hasta los Reyes Magos y el Niño Jesús, está impregnada de detalles que narran los pasajes bíblicos con precisión y cuidado.
“Cada pieza tiene una historia, un significado”, explica Hermelinda mientras señala una figura traída de Roma. “Ésta, por ejemplo, representa a un pastor que simboliza la humildad de quienes primero llegaron a adorar al Niño Jesús. Cuando la compré, pensé en cómo nos recuerda la importancia de la sencillez y la devoción y la imagen de la virgen, que va sobre el burrito, acompañada de José, es una figura que tiene más de 50 años conmigo, si no es que más” relato.
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El nacimiento incluye elementos únicos que destacan por su valor artístico y cultural. Entre ellos, un pesebre, montañas hechas de papel maché y cascadas simuladas que dan vida al paisaje de Belén. Además, Hermelinda se asegura de actualizarlo cada año, incorporando nuevas piezas que adquiere durante sus viajes o que recibe como obsequios de seres queridos.
Lo que comenzó como una expresión personal de fe se ha convertido en una tradición emblemática en Atlacomulco. Cada año, Hermelinda dedica semanas a montar el nacimiento, cuidando cada detalle para que todo esté listo a tiempo.
Es mucho trabajo, pero lo hago con amor. Para mí, es una forma de compartir la alegría y el verdadero significado de la Navidad con quienes me rodean”.
Hermelinda Quintero
Su hogar se convierte en un punto de encuentro para amigos, familiares y comerciantes de la zona, quienes acuden para admirar esta obra de arte y reflexionar sobre los pasajes bíblicos que representa.
“El nacimiento de Hermelinda es un regalo para nosotros. Es impresionante ver cómo algo tan hermoso puede unir a tantas personas”, comenta una de sus conocidas.
Para Hermelinda, el nacimiento no es solo una exhibición, sino un recordatorio de la importancia de preservar las tradiciones. “En estos tiempos, es fácil perder de vista lo que realmente significa la Navidad. Para mí, el nacimiento es una forma de mantener viva nuestra fe, nuestras raíces y nuestras costumbres. Es lo más emblemático de esta temporada”, reflexiona.
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Con un compromiso inquebrantable, Hermelinda planea seguir montando su nacimiento por muchos años más. “Mientras Dios me lo permita, seguiré haciéndolo. Quiero que las nuevas generaciones entiendan que la Navidad no es solo regalos o fiestas, sino también un momento para reflexionar y agradecer”, asegura.
El nacimiento monumental de Hermelinda Quintero no solo es una atracción navideña, sino también un símbolo de la conexión entre generaciones y culturas. Cada figura, cada detalle, cuenta una historia que invita a los visitantes a detenerse, observar y recordar el mensaje de esperanza y amor que representa la Navidad.
En Atlacomulco, este nacimiento se ha convertido en un verdadero ícono de la temporada, recordándonos que las tradiciones, cuando se cultivan con amor y dedicación, tienen el poder de unir a las personas y de mantener viva la esencia de lo que realmente importa.
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