Toluca, Méx. La capital mexiquense, en las últimas dos décadas ha experimentado una dinámica de crecimiento urbano que no solo afecta la calidad de vida de las familias sino la capacidad de carga del terreno; el suelo disponible esconde un riesgo para millones de personas: el factor sísmico.
Guillermo Pérez Lozano, investigador de la Facultad de Planeación Urbana de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), expone la urgencia de analizar las capacidades del terreno, pues la falta de orden en el crecimiento urbano derivó en la sobre demanda de recursos hídricos y de terreno.
La parte superficial de la tierra explica, es la más delgada y, abajo, en los procesos geofísicos, se integra la formación de niveles de piedras y rocas hasta los mantos acuíferos que actualmente padecen debilitamiento porque no se les permite terminar sus procesos de filtración.
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La demanda excesiva ha generado huecos en el subsuelo por el peso inherente de las ciudades sobre la superficie, lo cual hace que sea más vulnerable ante los movimientos sísmicos.
Bajo esta premisa, investigadores de la Facultad de Geografía de la UAEMex, llevaron a cabo una medición de la vibración ambiental en puntos críticos del Valle de Toluca.
Juan Carlos Garatachía Ramírez, profesor e investigador responsable de este ejercicio, explica que estudian el terreno a partir de su caracterización en términos de cómo responderá ante un eventual sismo.
Para ello, colocaron sensores de medición en 40 puntos del municipio donde se reconoce el suelo por sus características técnicas presenta una respuesta sísmica diferenciada cuando ocurre un temblor.
Esa respuesta sísmica de manera general la podemos entender como una mayor amplificación de las ondas sísmicas o menor amplificación de estas”, comentó.
Los especialistas identificaron cuál es el impacto directo a la vida de la población tras el paso de estas ondas sísmicas.
Saber cómo se comporta el suelo ante la actividad sísmica, ¿qué tan vulnerables y qué tan vulnerables somos? nosotros como sociedad y el daño en nuestra infraestructura”, inquirió el investigador.
En esta ocasión, enfocaron su ejercicio en identificar las condiciones del terreno donde se encuentra la infraestructura física vital como sedes de protección civil, bomberos, hospitales y policías a fin de establecer factores y probabilidades de riesgo.
Además, revisaron zonas de la ciudad con gran concentración poblacional: escuelas, instalaciones deportivas y gubernamentales.
El objetivo, detalla, fue establecer el denominado “periodo dominante del suelo”, es decir caracterizar cómo se comportará ante la excitación por ondas sísmicas, un parámetro básico esencial para condiciones de ingeniería civil.
Se busca que estos datos sean la base para la generación de estructuras urbanas resistentes a los movimientos de la tierra; al conocer cómo responderá el suelo permitirá que la estructuras sean diseñadas apropiadamente para resistir ante un sismo.
Donde hemos encontrado frecuencias más bajas es en la zona de los hospitales donde está el centro médico Adolfo López Mateos en el Hospital Nicolás San Juan, en el Regional del ISSEMYM, ahí sin bajas, eso nos hace pensar en un efecto local del sitio”, comentó.
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Los resultados preliminares de la investigación han identificado los niveles de peligro y riesgo del crecimiento desordenado y la capacidad del suelo para soportar grandes pesos.
Lo que sí estamos viendo es que, si hay variaciones en los modos de vibración en las frecuencias que estamos registrando en el sitio en diferentes puntos de la ciudad, sobre todo cuando estamos en las zonas bajas y en las zonas que son más horizontales, comparado con zonas elevadas donde hay roca más firme”, expuso.
Al respecto, Alexis Ordaz Hernández, profesor investigador de la facultad de geografía de la UAEMEX, así como Carlos Huerta López, sismólogo de la Universidad de Puerto Rico, resaltaron el instrumento geofísico con el que realizaron este ejercicio: un sensor de alta capacidad que permite registrar los micro temores del subsuelo.
Las mediciones, indican, se realizaron en intervalos de minutos, pero lo ideal sería colocar sensores permanentes para generar una microzonación sísmica para, con detalle, evaluar la peligrosidad y el riesgo sísmico de la ciudad.
Una vez terminada la medición, el objetivo será cruzar los datos con las estructuras vitales y determinar cómo interactúan para estimar qué tan competente es el terreno toluqueño ante un sismo.
Con estos parámetros será posible adelantarse y no será necesario esperar a que haya un sismo para conocer las dinámicas del suelo, además de predecir el periodo de impacto en cada evento.
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